Bienvenidos y gracias por seguir a PrevenBlog,
Después de un pequeño descanso en lo que podríamos llamar la prevención de incendios “pura y dura”, volvemos a adentrarnos en la necesidad de conocer medidas, consejos y normas, por decirlo de alguna manera, que debemos seguir para evitar que un incendio ponga en peligro nuestra integridad o que, al menos, lo haga de la forma más minimizada posible.
Esperamos que el artículo de la semana pasada os haya sido útil y que alguna de las películas, o todas, que os recomendamos os hayan hecho pasar un buen rato desconectando de las preocupaciones diarias.
Bien, en esta nueva entrega de PrevenBlog ha llegado el momento de atender a lo que podríamos llamar la “respuesta” a una situación de peligro, a una situación en la que lamentablemente la prevención no ha sido suficiente y tenemos que conseguir desarrollar una actuación efectiva, segura y sensata.
Combinaremos para ello acciones preventivas que se tendrán que realizar en el momento de peligro con reacciones que hay que tener en ese momento.
Para ello, hay que tener claro que tenemos un enemigo realmente peligroso, y todavía no hablamos del fuego. Antes de hablar del fuego en sí mismo tenemos que referirnos al, en muchas ocasiones, peor enemigo, al que más cuesta de combatir y contra el que a menudo los consejos y normas pueden ser estériles: el pánico.
El pánico probablemente ha matado a más gente que el fuego y el humo juntos, ya que anula la razón, potencia la histeria, y genera comportamientos totalmente contrarios a los consejos que los profesionales de la prevención, detección y extinción de incendios nos dan continuamente.
Lamentablemente es realmente difícil conseguir con las palabras o con talleres que una persona consiga controlar el pánico y los nervios que genera en una situación de alto riesgo. Podemos dar claves, protocolos y dinámicas de comportamiento, pero cada persona es diferente y reacciona de una u otra manera en una situación límite. Aún así, prometemos dedicar un artículo a estos recursos y prácticas.
Seguro que, aunque reconocemos que es muy difícil, se puede trabajar y minimizar aunque sea poco el efecto negativo que el pánico genera en una persona.
Hecho este apunte y esta promesa de un futuro post, vayamos ahora a centrarnos en esta primera entrega de todo lo que hay que hacer ,y todo lo que no hay que hacer, en caso de un incendio real, en caso de una situación de peligro evidente y cierto.
1- Acceso fácil y claro al número de emergencias.
Puede parecer de perogrullo, pero os invitamos a hacer un ejercicio pràctico, ¿qué os parece?. Dejad ahora mismo de leer este post, y calculad el tiempo que necesitais para conseguir el número de emergencias de vuestra ciudad. Recordad que ahora, sentados y con calma, será muy fácil acceder al teléfono móvil, buscar y llamar. Pero en caso de incendio, con posible humo abundante, el pánico, los nervios, etc. tal vez no sea tan fácil, y en estos casos el tiempo cuenta, y mucho.
Bien, busquemos diversos lugares, reales y digitales, para tener este número en un lugar accesible, un número que puede salvarnos la vida:
La puerta de la nevera.
Podemos dejar el número pegado con uno de esos imanes que nos traemos de los viajes que hacemos, en números grandes y claros y sin otras informaciones cerca que nos puedan despistar en una situación complicada por culpa del fuego.
La puerta del hogar.
Imitando la práctica habitual en los hoteles, podemos dejar colgado en la puerta de salida una pequeña información en la que simplemente conste el teléfono de emergencias de nuestra ciudad, ya que de buen seguro la puerta de salida es un lugar al que deberemos intentar de acudir, y ya que trataremos de llegar, será muy interesante tener allí colgada esta importante información.
Memoria del teléfono fijo y móvil.
Podemos también facilitar y agilizar el tiempo de llamar a emergencias teniéndolo registrado y memorizado en los diferentes teléfonos a los que tenemos en el hogar, situándolos en la memoria con una fácil identificación que nos permita llamar rápidamente. Independientemente del modelo de teléfono, fijo o móvil, que tengamos, podríamos registrar el número con el nombre “AAA” de tal manera que aseguremos así que será el primero que veamos al abrir los “contactos” de nuestro dispositivo.
Puede parecer que no es importante, pero es realmente fácil imaginar nuestra torpeza al manipular un teléfono mientras sentimos el peligro de una situación que ponde en riesgo nuestra integridad y la de nuestra familia. Si ya a menudo somos patosos marcando los números o letras del teléfono, imaginad lo difícil que puede ser en un momento de pánico.
Según el dispositivo, también puede ser una buena idea utilizar la propia voz para que el móvil automatice la llamada, registranto del número como “Bomberos”.
2- Cortar, si es posible, electricidad y gas.
Estos dos suministros, tal y como hemos vistos en ateriores posts, son enormes potenciadores o iniciadores de un incendio, y es muy importante que, si la ocasión lo permite, apaguemos ambos suministros para no aumentar el peligro de una situación que ya por sí misma es muy peligrosa.
Apagar el commutador general de la electricidad y la llave de paso del gas puede resultar la diferencia entre un incendio que genere un buen susto y un incendio que genere un desastre. Aún así, hay que tener claro que cuando no sea posible apagar electricidad y gas hay que evitar poner nuestra integridad en peligro y desistir de esta medida.
3 – Conocer el uso de extintores caseros.
El anteriores posts os hemos comentado que los extintores caseros, de pequeño tamaño y fácilmente manejables, son recursos que deberíamos tener siempre, aunque los encontramos en pocos hogares. Un fuego pequeño puede ser rápidamente neutralizada gracias a uno de estos dispositivos, del mismo modo que también resultan muy útiles las mantas ignífugas, tal y como apuntábamos en este artículo dedicado a la prevención en la cocina.
Es muy conveniente practicar con una simulación la puesta en funcionamiento de un extintor de hogar, para no tener dudas en ese crítico momento en que se nos puede olvidar hasta la operación mas sencilla.
De vez en cuando, de tres a cinco veces al año, conviene simular que ponemos el extintor en marcha leyendo las instrucciones e imitando lo que haríamos en un caso de peligro real. Este simple ejercicio nos ayudará, sin duda, a mecanizar, a automatizar el uso de un elemento que nunca usamos, y es necesario que cuando haga falta usarlo sepamos bien cómo hacerlo.
Junto con el funcionamiento y el uso del extintor, es muy importante nuestra ubicación en el momento de utilizar el extintor para apagar el fuego.
Nos explicamos. Suponed que tenemos el extintor ya preparado, estamos tranquilos dentro de lo que cabe en una situación así, y como el fuego es pequeño hemos decidido “atarcarlo”. Bien, en este caso hay que seguir estas dos directrices:
- Hacer salir primero a otras personas que se encuentren en el hogar
- Situarnos entre el fuego y la salida del hogar, de tal manera que podamos realizar, si es necesario, una progresión evasiva hacia atrás mientras tenemos el chorro del extintor apaganto del incendio.
- Si consideramos que el fuego está apagado, hay que mantenerse alerta y muy vigilante, no permitir que nadie más entre, y esperar atentos a la llegada de los servicios de emergencia si les hemos llamado nosotros o otro componente del hogar.
Bien, hasta aquí el artículo de hoy en PrevenBlog. Seguiremos ampliando los diferentes consejos y protocolos de actuación en las próximas semanas, compleando así una colección de artículos que esperamos os resulten muy útiles, aunque ojalá no tengáis nunca que echar mano de los consejos que en ellos os detallamos.
Y como siempre, nos despedimos agradeciendo vuestra atención. Os invitamos a compartir este post si os ha parecido interesante, gracias !!
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