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Una semana más, y no será la última, dedicamos nuestro post a ese gran enemigo en situaciones de incendios y emergencias en general, el pánico, ya que es complejo y difícil intentar prever, minimizar y gestionar esta reacción tan humana como, ciertamente, casi imposible de evitar cuando nos vemos inmersos en una situación de peligro evidente y cierto.

En la primera entrega de estos posts dedicados al pánico pusimos el acento en la prevención y en todas las accciones que pueden ayudar a prepararse ante su más que posible aparición, hoy nos centraremos en gestionarlo cuando ya ha aparecido.

badge-686321_640Todos nuestros visitantes tendréis por seguro que por mucha prevención y por mucha preparación que hagamos, será imposible anular la posibilidad de que el pánico, el miedo extremo, aparezca, pero tal y como apuntábamos en la primera entrega es también muy probable que con una buena política de prevención podamos disminuir su intensidad o número de personas afectadas.

A pesar de esta necesaria y útil prevención, es casi seguro que el pánico aparecerá, simplemente porque la preparación no ha podido contrarrestar el efecto del miedo intenso, o simplemente porque en una situación de riesgo se vean afectadas personas ajenas a nuestra empresa o entidad y que por tanto no hayan participado de nuestros simulacros y demás acciones de prevención contra el pánico.

Llegados a este punto, llegados a la situación en que el pánico hace presencia, la pregunta es clara ¿qué debemos y qué no debemos hacer?

Bien, esta pregunta es muy compleja y, como ya nos ha pasado en anteriores artículos, nos damos cuenta rápidamente de que la teoría es fácil y clara de entender, pero que aplicarla a la práctica en una situación tensa y de gran peligro es otra cosa muy diferente. Así, sabemos de la alta dificultad de mantener la cabeza fría y aplicar los consejos que hoy os daremos, pero si combinamos la prevención con la gestión es probable, aunque lamentablemente no es seguro, que reduzcamos los efectos de este gran enemigo que es el pánico.

Para estructurar mejor las acciones a llevar a cabo cuando el pánico hacer su aparición y para minimizar su intensidad, dividiremos las medidas a tomar en dos grupos:

  • Gestión del pánico individual
  • Gestión del pánico colectivo

1. Gestión del pánico individual.

Nos centramos en primer lugar en el pánico individual, en el pánico que afecta a una persona en concreto y en las medidas a llevar a cabo para conseguir que los efectos sean mínimos o inexistentes para que no afecten a la propia persona ni a las personas que la rodean en una situación de peligro como puede ser un incendio.

  • Lo primero a tener muy presente y que hay que tener muy claro es que muy dificilmente, por no decir que es imposible, haremos que el pánico desaparezca, es decir, no conseguiremos que la persona se calme y vuelva a aplicar la razón en decrimento de impulsos guiados por los nervios o incluso por la histeria. Si tenemos esto claro, no perderemos un tiempo valiosísimo en perseguir un imposible, y nuestra gestión del peligro aumentará en eficacia, lo que puede traducirse en salvar vidas.
  • Es importantísimo dar a la persona órdenes concretas, con voz firme y segura y que no transmita dudas o nervios. Debemos intentar que, ya que no eliminaremos el pánico, al menos se mezcle o “contamine” un poco de serenidad y sensatez, ya que será del todo inútil razonar, argumentar o explicar las medidas que se están tomando. Recordad que lo primero que el pánico hace en su víctima es anularle la capacidad de razonar.
  • Nunca responder con agresiones a una posible agresión, ya que aumentaremos la situación de violencia y sin duda eso acabará pasando una factura carísima. Si la persona responde físicamente a órdenes o medidas hay que acercarse y abrazarle, pero no usar la agresión como respuesta a una posible agresión por su parte. Si nosotros también nos dejamos invadir por los efectos del pánico lo que conseguiremos es ayudar a que la situación se desmorone definitivamente.stamp-895385_640
  • Es muy recomendable asignarle pequeñas responsabilidades, para que “engañe” a sus reacciones y nervios y se centre en, por ejemplo, ayudar a andar a una persona mayor, ya que esta concentración hará que el cerebro se “distraiga” y en cierta manera olvide o pase a un segundo plano los efectos del pánico.
  • Mantener a la persona bajo el pánico junto a un conocido. El hecho de tener al lado a un conocido, amigo o familiar, hará que aumente la posibilidad de que la persona se calme un poco, y por poco que se calme ya potenciaremos la posibilidad de que las medidas anteriores consigan su objetivo.

 

2-  Gestión del pánico colectivo

La concentración de personas dominadas por el pánico aumenta el pánico de cada una de ellas y potencia los terribles efectos que produce el miedo intenso. Es más, personas que han conseguido mantener cierta calma acabarán totalmente contagiadas si el pánico es generalizado y toma el mando de la situación.

Para evitar este efecto contagio fruto de la aparición masiva es fundamental actuar sobre el grupo, y para ello no hay una diversidad de medidas como hemos visto en el punto anterior sobre la gestión del pánico individual.

Todo, o prácticamente todo, se reduce a la capacidad de las personas encargadas de dar indicaciones seguras y firmes para que las personas bajo peligro sientan que esa persona “sabe lo que hace”.

Si conseguimos que tengan esa sensación, tendremos mucho ganado, ya que la seguridad también se contagia, se calmarán un poco y aumentaremos las opciones de que todo acabe bien, o al menos no tan mal como de buen seguro puede acabar si el pánico expande sus peligroso tentáculos.

Recordemos que en la primera entrega de esta serie apuntábamos como uno de los puntos claves en la prevención del pánico el hecho de asignar roles y responsabilidades a las personas adecuadas, y es que tal y como adivináis, en estas situaciones las aptitudes y actitudes psicológicas de la persona o personas responsables son muy, muy importantes.

Para aumentar esta sensación de seguridad a contagiar, es interesante que la persona siga estas pautas en el momento de dar órdenes al grupo:

  • Identificarse y justificar el motivo por el cual toma el mando y da indicaciones. La persona debe dejar claro que es la responsable de evacuación, si el caso lo permite, o al menos hacer público que tiene formación en gestión de situaciones de peligro.
  • Dar las órdenes de forma clara, concisa y directa.
  • Animar a las personas a que ayuden a colectivos especialmente vulnerables, como personas mayores o niños, para conseguir dos efectos muy positivos: la solidaridad y ayuda con quien más lo necesite y, tal y como hemos comentado anteriormente, “distraer” a las personas respecto de su propio miedo.

Estas acciones aumentarán mucho la posibilidad de gestionar a un grupo humano ante una situación de riesgo, y hay que recordad que del mismo modo que el pánico se contagia también lo hacen otras reacciones humanas, como la solidaridad, la seguridad y la responsabilidad.

 

Bien, finalizamos esta segunda entrega dedicada al pánico de la misma manera que lo hacemos siempre, esperando que os haya parecido útil y recordando una vez más que lo compartáis en vuestras redes si es así. Muchas gracias !!

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